RIMA LXI de G. A. BÉCQUER (JUNTO A UNA OSADÍA)
Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho
¿quién se sentará?
Las mujeres que sintieron
de tus versos su pasión
vendrán portando en las manos
la más bella flor.
Cuando la trémula mano
tienda, próxima a expirar,
buscando la mano amiga
¿quién la estrechará?
Los amantes sin estudio
que iniciaron su labor
recitando, a las doncellas,
tus rimas de amor.
Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos
¿quién los cerrará?
La dama que en la lectura
de tus poemas soñó
ser la imagen de la musa
que los inspiró.
Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración, al oírla,
¿quién murmurará?
El poeta atribulado
que en tus letras percibió
la caricia de la lírica
que, como tú, amó.
Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?
El aprendiz de poeta,
fue quizá por soñador,
que con tus versos, sin alas,
al azul voló.
¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?
Aquel que en tu excelsa pluma
sus ojos depositó
por amor a la poesía...
Como muchos... yo.
Bécquer y Javier Andrade